Soy feminista - Florence Thomas
Nunca he
declarado la guerra a los hombres; no declaro la guerra a nadie,
cambio la vida: soy feminista. No soy ni amargada
ni insatisfecha: me gusta
el humor, la risa, pero sé también compartir los duelos de las miles de
mujeres víctimas de violencia: soy feminista. Me
gusta con locura la
libertad más no el libertinaje: soy feminista. No
soy pro-abortista, soy
pro-opción porque conozco a las mujeres y creo en
su enorme responsabilidad:
soy feminista. No soy lesbiana, y si lo fuera ¿cuál
sería el problema?
Soy feminista. Sí, soy feminista porque no quiero
morir indignada. Soy feminista
y defenderé hasta donde puedo hacerlo a las
mujeres, a su derecho a una vida
libre de violencias.
Soy feminista porque creo que
hoy día el feminismo representa uno de los últimos
humanismos en esta
tierra desolada y porque he apostado a un mundo mixto
hecho de hombres y
mujeres que no tienen la misma manera de habitar el mundo,
de interpretarlo y
de actuar sobre él.
Soy feminista porque me gusta provocar debates desde
donde puedo hacerlo.
Soy feminista para mover ideas y poner a circular
conceptos; para reconstruir
viejos discursos y narrativas, para desmontar mitos
y estereotipos,
derrumbar roles prescritos e imaginarios prestados.
Soy feminista para defender también a los sujetos inesperados y su
reconocimiento
como sujetos de derecho, para gays, lesbianas y transgeneristas,
para ancianos y
ancianas, para niños y niñas, para indígenas y
afrodescendientes y para
todas las mujeres que no quieren parir un solo hijo
más para la guerra.
Soy feminista y escribo para las mujeres que no
tienen voces, para todas las
mujeres, desde sus incontestables semejanzas y sus
evidentes diferencias.
Soy feminista porque el feminismo es un movimiento
que me permite pensar
también en nuestras hermanas afganas, ruandesas,
croatas, iraníes, que me
permite pensar en las niñas africanas cuyo clítoris
ha sido extirpado, en
todas las mujeres que son obligadas a cubrirse de
velos, en todas las
mujeres del mundo maltratadas, víctimas de abusos,
violadas y en todas las
que han pagado con su vida esta peste mundial
llamada misoginia.
Sí, soy feminista para que podamos oír otras voces, para
aprender a escribir el
guión humano desde la complejidad, la diversidad y
la pluralidad. Soy feminista
para mover la razón e impedir que se
fosilice en un discurso estéril al amor.
Soy feminista para reconciliar razón y emoción y
participar humildemente en
la construcción de sujetos sentipensantes como los
llama Eduardo Galeano.
Soy feminista y defiendo una epistemología que
acepte la complejidad, las
ambigüedades, las incertidumbres y la sospecha. Sé
hoy que no existe verdad
única, Historia con H mayúscula, ni Sujeto
universal. Existen verdades,
relatos y contingencias; existen, al lado de la
historia oficial
tradicionalmente escrita por los hombres, historias
no oficiales, historias
de las vidas privadas, historias de vida que nos
enseñan tanto sobre la otra
cara del mundo, tal vez su cara más humana. En fin
soy feminista tratando de
atravesar críticamente una moral patriarcal de las
exclusiones, de los
exilios, de las orfandades y de las guerras, una
moral que nos gobierna
desde hace siglos. Trato de ser feminista en el
contexto de una modernidad
que cumple por fin sus promesas para todos y todas.
Como dice Gilles Deleuze “siempre se escribe para
dar vida, para liberarla
cuando se encuentra prisionera, para trazar líneas de
huida”.
Sí, trato de trazar para las mujeres de este país líneas de huida que pasen por
la utopía.
Porque creo que un día existirá en el mundo entero un lugar
para las mujeres, para sus
palabras, sus voces, sus reivindicaciones, sus
desequilibrios, sus desórdenes,
sus afirmaciones en cuanto seres
equivalentes políticamente a los hombres
y diferentes existencialmente.
Un día,
no muy lejano, espero, dejaremos de atraer e inquietar a los hombres;
dejaremos de escindirnos en madres o putas, en Marías o Evas, imágenes que
alimentaron durante siglos
los imaginarios patriarcales; habremos aprendido a
realizar alianzas entre
lo que representa María y lo que significa Eva.
Habremos aprendido a ser
mujeres, simplemente mujeres. Ni santas, ni brujas;
ni putas, ni vírgenes;
ni sumisas, ni histéricas, sino mujeres,
resignificando ese concepto,
llenándolo de múltiples contenidos capaces de
reflejar novedosas prácticas
de sí que nuestra revolución nos entregó; mujeres
que no necesiten más ni
amos, ni maridos, sino nuevos compañeros dispuestos
a intentar reconciliarse
con ellas desde el reconocimiento imprescindible de
la soledad y la
necesidad imperiosa del amor. Por esto repito
tantas veces que ser mujer hoy
es romper con los viejos modelos esperados para
nosotras, es no reconocerse
en lo ya pensado para nosotras, es extraviarse como
lo expresaba tan
bellamente esta feminista italiana Alessandra
Bocchetti. Sí, no reconocerse
en lo ya pensado para nosotras. Por esto soy una
extraviada, soy feminista.
Y lo soy con el derecho también a equivocarme.
Florence Thomas
Cofundadora del grupo Mujer y Sociedad
Facultad de Ciencias Humanas
Universidad Nacional de Colombia
Marzo, 2008