Memorias de Adriano =
Amar la arqueología de una vida…
Marguerite Yourcenar
Es la vida del emperador Adriano, escrito por
Margarite Yourcenar, una delicadeza maravillosa; sus puntos de vista (de
Adriano) en la edad antigua, en la ciudad eterna, Roma, no dejan de ser tan
actuales. Cómo compara ciudades y culturas, y ve la búsqueda de dominio de una
sobre otra. Me ha hecho reflexionar sobre si la búsqueda de dominio en la
historia de la humanidad, no sería productora de células
oncogénicas…. (origen y producción de tumores). Esta idea puedo pensarla
para occidente.
Para mí la tesis central
de la obra es la génesis del Estado y su arma, el dominio. En palabras de
Adriano: “…”Había imaginado llevar a su extremo mi rechazo de toda conquista,
abandonando la Dacia (relativo al país de la Europa antigua); lo hubiera
cumplido de no haber sido una locura alterar radicalmente la política de mi
predecesor (Trajano)” “…En esto, como en todo, me negaba a
someterme a un sistema. Aceptaba la guerra como un medio para la paz, toda vez
que las negociaciones no bastaban”….
A pesar de esa tesis, el
devenir humano e histórico de la persona de Adriano me impacta aún más. Ha provocado en mí, un tipo de reflexión distinta.
Paso a destacar algunos apuntes y reflexiones:
-Valor de la novela histórica para comprender la cultura. Porque la cultura
es aquello que es como el carácter, una cicatriz, algo difícil de cambiar. Me
encanta la comparación que hace de la cultura griega como portadora de ideas
(grandes filósofos y escritos, Aristóteles), y la romana, como portadora de
materialidad (se ve en las grandes obras arquitectónicas); lo que producen las
religiones, o mejor dicho, quienes abusan de las doctrinas.
-vocabulario vasto y amplio; del dominio de la época.
-Grandes aspectos: la historia de la civilización romana y sus conquistas,
la personalidad de Adriano y la personalidad de “los césares” como él mismo
menciona, las viscicitudes de las guerras, el pensamiento político de Adriano,
que es como situado al margen de lo oficial en la época: todos querían
conquistar y dominar; Adriano no perdía de vista la búsqueda de la paz y la
convivencia en armonía con los pueblos.
-El amor. Cómo se vivía el amor y cómo vivían estos hombres el amor. El
culto a la belleza intelectual y a los sabios. Eran los hombres quienes tenían
acceso al conocimiento. El amor entre ellos es un hecho naturalizado. Luego
esto cambiará, o se atenuará. Y ahora se deja ver nuevamente y busca la
legitimación social.
-La diferencia entre amar y venerar o idolatrar. Adriano sabe identificar
muy bien quién sólo lo venera por lo que él representa y rechaza a esos seres.
-La mujer es un ser que Adriano no alcanza a entender, según mi humilde
interpretación. Deja ver también cómo la mujer trata al hombre como objeto, y a
la vez, cómo aquélla se relaciona con los objetos que ambiciona (desde joyas
hasta títulos o posiciones en la estratificación social y política). Hay que
investigar sobre la figura de la mujer en esta época.
Sólo entenderá a Plotina que encarna “la mística”. Es un ser inalcanzable,
como el conocimiento y los dioses. En Plotina se potencia el saber + la seducción.
-El capítulo llamado “Tellus Stabilita”, es el que más me atrapó. Resume
las grandes ideas, concepciones políticas de un Adriano ya Emperador. Cuando restablece
el orden en el imperio, según sus palabras.
Y es este capítulo el que me hace pensar en la actualidad. Por ejemplo: “Dudo
que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud; al o sumo
le cambiarán el nombre. Soy capaz de imaginar formas de servidumbre peores que
las nuestras, por más insidiosas, sea que se logre transformar a los hombres en
máquinas estúpidas y satisfechas, creídas de su libertad en pleno sometimiento,
sea que suprimiendo los ocios y los placeres humanos, se fomente en ellos un
gusto por el trabajo tan violento como la pasión de la guerra entre las razas
bárbaras. A esta servidumbre o esclavitud prefiero nuestra esclavitud de
hecho”.
Menciona la necesidad de la ley para mediar entre el sometidor-sometido.
“Nuestras leyes civiles no serán nunca lo suficientemente flexibles para
adaptarse a la inmensa y fluida variedad de los hechos”.
Lo que pienso al respecto es
que, en primer lugar, si bien Adriano tiene una tremenda capacidad visionaria
sobre el futuro, la razón pone su límite cuando piensa que puede haber
justicia, sobre todo para los más débiles. ¿Será realista su visión? ¿Por qué
sigue triunfando la sangre y el conflicto por sobre las libertades y los
derechos humanos?
-Otra observación, es la transformación del cuerpo y el pensamiento del
emperador sucesivamente, es decir, cómo él va construyendo un pasado que
considera inestable y fragmentario. Es una característica de la obra que la
autora expresa al final así:
"Todo se nos escapa, y todos, hasta nosotros
mismos. La vida de mi padre me es tan desconocida como la de Adriano. Mi propia
existencia, si tuviera que escribirla, tendría que ser reconstruída desde
fuera, penosamente, como la de otra persona; debiera remitirme a ciertas
cartas, a los recuerdos de otro, para fijar esas imágenes flotantes. No son más
que muros en rutina, paredes en sombra. Ingeniármelas para que las lagunas de
nuestros textos, en lo que concierne a la vida de Adriano, coincidan en lo que
hubieran podido ser sus propios olvidos".
-En relación a lo anterior, me importa el hecho de que es tan inestable el
recuerdo. Y en aquella época, embalsamar a los muertos, era un ritual que podía
"estabilizar el recuerdo". Como sucedió con su amante, el joven
griego Antinoo y su amiga Plotina: “Sólo me diferencio de los muertos en que me está dado asfixiarme todavía
un poco más; en cierto sentido su existencia me parece más segura que la mía.
Antinoo y Plotina son por lo menos tan reales como yo”.
-Por último, y aunque sería mezquino terminar, el tema de la progresiva
aceptación natural de su declinación y su muerte. Además de imaginarla, habla
con cada uno de los seres que forman parte de su mundo afectivo.
“Toda mi vida he tenido confianza en el buen sentido de mi cuerpo, tratando
de saborear juiciosamente las sensaciones que ese amigo me procuraba; estoy obligado
a saborear también las postreras”.
“La hora de la impaciencia ha pasado; en el punto en que me encuentro, la
desesperación sería de tan mal gusto como la esperanza".
Lo único que hará Adriano hasta el
final, será contar sus bendiciones y restos, como una ofrenda a la eternidad:
“Soy el que
era; muero sin cambiar” Adriano.
Maria Sol Pastorino
3 de julio de 2012